
Paul Miller tenía 26 años, residía en Nueva York y, como es de suponerse, llevaba una intensa vida digital. Tras haber circulado por distintos oficios, entre ellos diseñador web y escritor para medios de tecnología, contempló la posibilidad de tomarse un descanso de la vida que llevaba, empezando por desconectarse por completo de Internet. Para su sorpresa, y por si su motivación místico-existencial no fuese suficiente, recibió una oferta del popular tecnodiario The Verge para compartir actualizaciones desde su celibato digital, lo cual le evitaría tener que idear cómo ganarse la vida durante su año ‘sabático’.
A principios de 2012 yo...